martes, 8 de marzo de 2016

La Jarochita




Av. Del Estado 386 B, esquina con Río Pánuco, Col. Tecnológico, Monterrey

Precios: accesibles (con menos de 140 comes bien)

facebook.com/LaJarochitaComidaVeracruzana

www.lajarochita.mx

Por Santoku

Como si fuéramos de paseo al puerto, así de agradable fue nuestra visita a La Jarochita, definida como la Embajada veracruzana en Monterrey.

Aquí disfrutas del sazón jarocho tradicional, te aseguran que las recetas son las originales de la tierra de la marimba y el huapango. Tres años de preferencia de la clientela por la zona Tec los respaldan.



El local es modesto, de dos pisos, con mesas y sillas en tonos muy alegres, incluso algunas de estas últimas colgantes. Decoran con temas jarochos, desde los servilleteros hasta la camiseta de los Tiburones. En la barra donde pagas al final, también venden productos típicos.



Llegué con hambre feroz, y eso es ventaja porque así pude probar varios de los antojitos que ofrecen. Tienen sopes, empanadas, enchiladas, gorditas, tacos, quesadillas, tamales... y otros más desconocidos para los regios como panuchos, estrujadas, picadas y bocoles. El ingrediente especial, como se aprecia, es el “oro blanco”: el maíz.



Casi todo se puede pedir por pieza, con precios entre los 25 y 30 pesos cada una. Armé mi plato con una empanada de chicharrón; una picada, que es como un sope plano cubierto de salsa, al que agregué huevo revuelto; un panucho, que es parecido a un taco de pollo con frijoles, cebolla encurtida y salsa; y un bocol de picadillo, básicamente una gordita hipergordita, extremadamente delicioso.



También probamos sopes de frijoles con queso y deshebrada. Éstos a diferencia de los que acostumbramos en Monterrey, son más grandes, alargados y llenadores.



De salsas, tienen las roja, verde, de pipián y de chorizo. Y puedes agregar cecina, carne de puerco enchilada, milanesa de pollo, frijoles o huevito revuelto por un costo extra, alrededor de 40 pesos.

Devoramos absolutamente todo, no hubo peros, de hecho quedas con ganas de más, aunque sea por pura gula. Acompañamos las delicias con aguas frescas de limón, jamaica y horchata, que siven en vasos de muy buen tamaño, no hay que preocuparse por el refill.

Ah, pero ahí no terminó la comida, no podíamos irnos sin probar algo dulce. En este caso fueron los plátanos machos fritos, con crema y queso. Éste es queso fresco, como de rancho, y aunque sea difícil de imaginar combina a la perfección con el dulce del plátano y la crema.



Para bajar la comida, tienen café de olla.

¿Volveríamos? ¡Por supuesto! Fue una muy agradable experiencia comer en este rinconcito veracruzano de Monterrey. Se siente el corazón que le ponen, el sazón es excelente y estás muy bien atendido, el trato es súper amable. No se desesperen si tardan un poquito en servir, el resultado vale la pena.

Recomendamos: todo es delicioso, pero los bocoles se llevaron la visita, la masa es crujiente y muy sabrosa, del tamaño ideal. Pídanlos surtidos.



Hasta ganas dieron de hacer una escapada a Xalapa o al Puerto, por lo pronto alistamos el viaje de vuelta a su Embajada culinaria en la ciudad, aún hay muchas cosas que saborear.

Por ejemplo, ¿tú que sabes del amor si nunca has besado a un(a) veracruzano(a)? Eso también habrá que probarlo, de preferencia... al filo de la mesa.

¡Hasta el próximo corte!...

3 comentarios:

  1. Wow, me encantó todo lo que leí, para empezar las poquitas fotografías del local invitan a pasarla bien, la comida luce increíble, quiero devorarlo todo, ojalá pusieran más locales por otros rumbos de la ciudad, y las salsas, las bebidas, el postre y el café de olla, que delicioso todo lo que leí, a mi regreso a Monterrey iré. Es seguro.
    !que antojo!

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