domingo, 22 de marzo de 2015

The Food Box



Plaza Tanarah, Vasconcelos 345 Ote L-241 Col. Santa Engracia, San Pedro

Precios: medios-altos

Por Santoku

The Food Box se une a la tendencia (¿o moda?) de restaurantes “casual gourmet” que abrieron sus puertas en los últimos años, principalmente en el área de San Pedro. Se caracterizan por servir hamburguesas, sandwiches y otros platillos clásicos, con un toque diferente y en algunas ocasiones ofrecen creaciones de autor.

Visitamos la sucursal de Plaza Tanarah atraídos por el ruido que hace en redes sociales, con su eslogan de “la hamburguesa perfecta”, a ver si era cierto.

Food Box sirve además sopas, ensaladas y sandwiches, que he escuchado que son bastante buenos. Manejan el concepto de “boxes”, paquetes que se arman con un plato fuerte, una sopa o ensalada y una bebida. En esta ocasión hablaremos exclusivamente de las hamburguesas, que fue lo que comimos.

Éstas vienen servidas en una pequeña bandeja para horno, acompañadas de papas a la francesa sazonadas dentro de un cucurucho de papel. Las acompañan con una mayonesa con chipotle muy rica, aunque si quieres catsup u otro aderezo lo pueden traer, como la mesera amablemente nos ofreció.

Degustamos primero la “Lewis”, que lleva carne molida marinada con receta secreta, queso chihuaha regional, queso cheddar, chipotle-mayo, catsup, aros de cebolla en tempura de cerveza, espinaca orgánica y tomate.




La Lewis pasó la prueba, el marinado de la carne hace que esté jugosa y el sabor es bastante bueno (aunque no sé que tan “secreta” sea la receta del marinado, en otro lugar probé unas tortas de pierna de cerdo adobada y el sabor era muy similar). El aro de cebolla le da un toque muy particular porque el sabor se mezcla con la carne bastante bien. Eso sí, los quesos ni se sienten.

La otra hamburguesa que pedimos fue la “Piper”, que lleva carne con mezcla de chile serrano y miel, queso chihuahua, queso cheddar, tocino, lechuga orgánica, tomate, cebolla y aderezos.



Sobre ésta, fue una decepción. No sabe mal, pero la carne estaba reseca y se desbarataba muy fácilmente, y si no me dicen que tiene serrano no me entero, no pica ni tantito. El tocino lo sentí cocido de más, pasado de punto, y de nuevo los quesos ni se saborean.

Hay tres aspectos clave a evaluar de una hamburguesa, en orden de importancia: sabor, firmeza y presentación. En sabor la Piper apenas pasa, no te provoca nada especial; en firmeza reprueba porque es difícil de comer cuando la carne se cae a pedazos por los lados (mancharse puede ser divertido, es parte de la magia, pero sólo cuando lo que te comes es realmente delicioso), y en presentación sí aprueba, luce apetitosa, de hecho al servírtela te dan ganas de devorarla ya... pero una vez la comes se acaba el sentimiento.

Para desquitar esto pedimos de postre unas malteadas, probamos la de vainilla y la de cookies and cream (originalmente quería la de Bocanegra con chocolate belga... pero no tenían chocolate, fail).

Y fueron otra decepcición.

Aclaro que no tienen mal sabor, el punto es que saben a leche y ya. Nada de rastro de vainilla, si acaso un pedacito de galleta en la otra pero nada de su sabor. Cito la queja tal cual de mi acompañante (que sabe muy bien de lo que habla): “es una patética excusa de malteada”. Nos las tomamos sólo porque nos costaron caro (65 pesos).


Quiero regresar a The Food Box más delante y probar el resto de su menú, tengo la esperanza de que sea mucho mejor, o quizá nos tocó un mal día en su cocina. Pero por ahora, el local y su comida distan de ser “perfectos”: mucha inversión en imagen, pero ya.

¡Hasta el próximo corte!...