viernes, 31 de julio de 2015
Comida Árabe. Shawarma y Falafel del Sr. Abbas
Calle Garibaldi, entre 15 de Mayo y 5 de Mayo. Centro, Monterrey.
Sótano de Plaza Garibaldi, al fondo del área de comida.
Precios: muy baratos
Por Santoku
Un día, platicando con una buena amiga en un lugar de comida árabe nuevo, muy comercial, del que quizá ya hayamos hablado en este blog, le comenté lo obsesionado que estaba con el falafel.
Ella me preguntó entonces si conocía el de Garibaldi, y al notar mi ignorancia insistió en que debía probarlo, que no tenía comparación con el que nos estábamos comiendo (muy aceitoso, por cierto).
Para quien no sabe, el falafel son tortitas de puré de garbanzo, cilantro, ajo, cebolla y especias, fritas en aceite. Es típico de la cocina del Levante.
El lugar del supuesto “mejor falafel de Monterrey” está en Plaza Garibaldi, ésa que es refugio de gamers, otakus, fans de comics, raza que juega Yu Gi Oh! y otras tribus emparentadas. Si entras al sótano, al área de comidas, lo encuentras a la derecha casi en la esquina.
Es un changarro muy simple, nada glamuroso. Su nombre no es muy original, tiene un letrero con algo escrito en árabe y luego sólamente: “Comida Árabe. Shawarma y Falafel del Sr. Abbas”.
El mismo señor Abbas, dueño y cocinero del lugar, te atiende personalmente. Te ofrece una variedad de platillos de Medio Oriente entre los que están el falafel y el shawarma de pechuga de pollo (trompo de pollo, poniéndolo en palabras simples).
También hay hojas de acelga rellenas de arroz, kipes (como falafel, pero rellenos de carne o verdura) y los kipes amarillos, receta secreta de Iraq, país natal de Abbas.
Ya que iba con alguien que poco sabía de la comida de Medio Oriente, decidimos probar el platillo árabe, que trae un poco de todo, más papas fritas y aderezo picante o no, según prefieras. Por cierto, si eres vegetariano o vegano, te adaptan los platillos a tu gusto sin problema, hay un letrero que lo anuncia.
Primero, a lo que íbamos: el falafel está exquisito, sabe a carne... ¡sin serlo! Era exactamente lo que estaba buscado, pasa con honores, al menos de lo que yo he probado sí es el mejor de la ciudad.
El shawarma de pollo, que sirven en tortilla de harina, está muy rico, muy bien sazonado y te deja con ganas de pedir otro. Las hojas de acelga también, rellenas de arroz amarillo, algo que no me había tocado ver en la comida árabe. Las papas ésas sí están muy grasosas, pero son lo de menos.
Los kipes, muy sabrosos, rellenos de carne molida, y más el amarillo, que es muy crujiente. Especulamos sobre de dónde vendría el color, si sería harina de maíz, pero según el señor Abbas es una mezcla de cereales y granos especial.
Lo que no nos terminamos lo pusimos para llevar y, ¿por qué no?, incluimos algunos falafeles más para el camino (tres bolitas por ¡5 pesos!).
Me preguntaba, dada su buen sazón, por qué el changarro no es un establecimiento más vistoso, pero según me contó Abbas, tiene clientes diaros, que “no están contentos si no vienen por su comida” (le sugerí incorporar cordero, pero el estilo iraquí es más de pollo, que se vende más y sus comensales ya están acostumbrados).
Incluso en los seis años que tiene ya en Monterrey lo han visitado chefs para preguntarle sus recetas, las cuales se guarda. Un par de perlas de sabiduría culinaria sí soltó: siempre busca ponerle algo diferente a su comida, y entre más tostada y crujiente, más rica sabe.
Definitivamente es un lugar para volver, tanto por la buena comida como por la interesante conversación de su dueño, a ver si un día consigo que me revele el secreto de su sazón.
¡Hasta el próximo corte!...
lunes, 6 de julio de 2015
The Secret Donut Society
Calzada San Pedro Norte 108, Col. Del Valle, San Pedro
facebook.com/thesecretdonutsociety
Precios: medios
Por Santoku
“Declaro mantener vivo el secreto”. Con este juramento uno es admitido en el culto más hermético y dulce del norte de México: la Sociedad Secreta de las Donas.
The Secret Donut Society es una iniciativa muy original que rápidamente se ha viralizado y acaparado la atención tanto de los fans como de los curiosos.
Comenzó vendiendo solamente vía redes sociales, pero ahora ya cuenta con un “local”.
Su cuartel se encuentra sobre Calzada San Pedro, al lado del Vips, en una plaza donde está una mueblería.
Por supuesto, la sociedad no se anuncia en el exterior, uno tiene que entrar y hallar la pista que te invita a pasar al fondo, al sótano, donde está la cámara de los secretos.
Una vez dentro del cuarto blanco, con mínima decoración y sólo una cámara vigilándote (imaginen el confesionario de Big Brother), una voz omnipotente te invita a realizar tu pedido.
El menú está ahí, oculto dentro de un libro de la Revolución Mexicana, con separadores que indican en qué páginas están escondidas las donas que puedes elegir.
Ya que decides, te acercas a la ventanilla y empieza el ritual de iniciación. Aparece un cajón donde depositas tu dinero (al momento sólo se podía pagar en efectivo, pero ya estaban instalando la terminal para tarjeta) y esperas la indicación.
Entonces se abre la puerta secreta e inicias el viaje al fondo del Sancta Sanctorum de la masa frita y glaseada.
Caminas a un cuarto oscuro, laberíntico, lleno de globos y maniquíes, y al final del viaje das con un pedestal donde te espera tu pedido. Lo recoges y regresas por donde viniste, el mismo cajón tiene tu cambio, lo tomas y te retiras.
Te piden entrar sin celular, peeeeero... aquí en Al Filo de la Mesa conseguimos meter una cámara escondida para captar la experiencia:
¿Y las donas? Están muy ricas. La masa no es nada del otro mundo, pero te las dan calientitas y suaves. Lo rico son los topings, que les dan el toque diferente y mucho atractivo visual.
Las hay con manzana, plátano, pedazos de chocolate, M&Ms, tocino, nuez... según la ocurrencia de los maestros secretos de las donas.
The Secret Donut Society es un culto cuyos miembros van en aumento. Viven entre nosostros, se ven como nosotros, pero los hermana el juramento de mantener vivo el delicioso secreto de las donas.
¡Hasta el próximo corte!
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